martes, 2 de junio de 2015

Y nos sigue lloviendo, lloviendo...y lloviendo en la Ciudad

Y nos sigue lloviendo....

Llueve y llueve. Llueve mucho. Y nos llueve por todas partes. Esta lluvia no perdona. Todos nos mojamos. Y de tanto llover ya nos choca tanta agua. Llueve por aquí y llueve por allá. La ciudad se inunda. Se inundan las calles y las colonias. Y la lluvia crea torrentes y con los torrentes se van las cosas. Es decir, de tan fuertes las lluvias las corrientes de agua arrastran muchas cosas. Sillas, mesas, sillones y salas, colchones y edredones. Ahí van, en medio del agua. Y asimismo, una que otra mascota, un perro, un gato, un perico. Todo arrastra el agua. Tan es así que carros y casi casas completas se lleva. Ya no caben tantas cosas. Rio San Joaquín, Río de los Remedios, Río Tlalnepantla, Río Amecameca y Río Churubusco. Son grandes rutas llenas de agua y de cosas. La ciudad se inunda. Y al mismo tiempo se hunde. No es por demás que las calles son canales vivos de gente y cosas. Como un gran barco, como un gran acorazado, en medio del agua, la ciudad se va de uno y otro lado y se hunde. En esta gran cuenca, en este gran valle. Llueve y llueve. Y no para de llover...

Dicen que a Don Diego, el de la tienda, se lo llevó el agua. Hace dos días. Pobre Don Diego, murió ahogado, seguro. Aún no lo encuentran. Y su mujer y sus hijos, qué pena. Están muy atormentados de no saber de él...

Resulta que en Indios Verdes las coladeras en vez de estar absorbiendo el agua la escupían a borbotones. Se reportaron varios autos varados y cientos de gentilciudadanos nadando entre las avenidas tratando de salvar la vida y sorteando el líquido asesino.

Y en Izcalli se reportaron varias colonias bajo el agua. No era mentira cuando los profetas vaticinaron que las ciudades desaparecerían bajo el vital líquido. Nuestra Atlántida moderna, Izcalli.

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