Ellos vinieron y tocaron fuertemente la reja en la calle. Me asomé por la ventana y vi quiénes eran. Bajé y abrí la puerta de la casa. Di otros pasos y entonces abrí la reja. Ya frente a frente, yo mudo. Uno de ellos dijo: "Vinimos por tí. Sabíamos que estarías aquí". Me dió un fuerte golpe en la cara con un arma que traía bajo su chamarra. Me estremecí del golpe y casi caigo. Me tomaron de los brazos y me dirigieron a su vehículo...el infierno comenzaba.
Mientras sufría la tortura por parte de mis captores pensaba en tí. Pensaba mucho en tí. En medio del terror de la tortura mi mente estaba en tí. Y no sólo en tí, sino en mis hijos. Y en cualquier momento estaba seguro de que sucumbiría. Ellos ya lo habían afirmado. Me iban a matar. No amanecería. Tal cual, no vería más la nueva luz del día. Imposible sobrevivir a la amenaza y a la tortura. Uno o dos días o tres días desde que me agarraron. Qué horror.
Ése que le decían "Marianito" desde un inicio no se cansó de pegarme. Ah, que sí, era un total enfermo el tipo. Que digo enfermo, psicópata malnacido. A puro puño limpio me tuvo. Y yo, siempre amarrado, representaba sólo un mísero costal de papas recibiendo tremenda tunda. Y aquel, sí que disfrutaba darme castigo el tipo. Ay, que Dios le perdone al infeliz. Le recuerdo bien, tenía su cara como de perro. Ay, que me disculpe tan noble animal por tan baja comparación. Pero cómo me dió. Hubo momentos que mi cuerpo ya no resistió. De tanto dolor me perdí. Me perdí o me morí. Tal vez, de seguro me morí. Era mucho el dolor. Sí, yo creo que me morí porque sino no sé como aguanté tanto. Que dolor y que frío.
"Y aunque ande en valle de sombras ..."
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