Para la conquista de la gran capital del imperio mexica, el conquistador Hernán Cortés ordenó la construcción de barcos de guerra: 13 bergantines.
Fue un elemento más de la estrategia de guerra. El gran Valle de Anáhuac, cubierto en su totalidad por agua, era el medio, los barcos fueron el instrumento.
Con madera de los bosques de Tlaxcala, con la mano de obra de miles de indígenas aliados, y bajo la dirección de sus carpinteros, se finalizaron las obras y el conquistador botó los barcos en Texcoco, ciudad que ya estaba sometida y conquistada, ahora bajo su dominio.
La conquista de la Gran Tenochtitlan no hubiera sido posible sin el asedio a la gran ciudad por vía lacustre.
Finalmente, los barcos representaron un arma infalible de ataque a través del agua.
Finalmente, los barcos representaron un arma infalible de ataque a través del agua.
Transportando cañones y soldados, los bergantines se movían muy ágilmente en el agua, atacando los objetivos militares y diezmando las huestes mexicanas con disparos terribles de fuego y metralla.
Los mexicanos no se amilanaron. Enfrentaron a los monstruos de agua con mucho valor...
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