viernes, 29 de mayo de 2015

Todos Somos Migrantes

Llegamos de muy lejos. ¡ Ah ! Por fin llegamos. Aunque no quisimos o no queríamos tuvimos que dejarlo todo allá, en nuestra tierra. Y de tan lejos, del viaje tan largo, de tan cansado, me tiro en el suelo. Me duelen las piernas. Y me gana el sueño. Me quedo dormido en el suelo. Y entre sueños oigo todos los sonidos de la gente que pasa. "Mira éste, que chistoso, parece muerto dormido"

Y aquí nos asentamos. Bueno, creo que podríamos decir que nos asentamos. Porque aún estando ya aquí seguimos siendo errantes.Ya no hay lugar para vivir. Hoy nos tocó Portales y mañana Peralvillo. Fin de semana en Tláhuac, Chalco y Xochimilco. Así es el trabajo. Caminamos mucho.

Y vea usted, que muy pocos son de aquí. Si acaso los niños. Son los que vienen a nacer aquí. Pero de nosotros y de nuestros padres, todos venimos de fuera. Ni modo, así es la vida. Aquí está el trabajo y en nuestra tierra no hay nada. Y digamos que nos ha ido bien. Porque de otros, esos sí, se fueron más lejos y no hemos sabido mucho de ellos. Todos jalaron pa'l norte. Allá que sí hay más trabajo y más dinero. Pero como yo les digo, todos vamos de paso. Un rato aquí, un rato allá. Tal vez yo me vaya para allá un día. Y me aleje más de mi tierra...

Y vea usted, que todos somos de fuera. Es verdad. ¿Que de dónde soy? Pues soy de Oaxaca. Ah, pero no de Oaxaca, Oaxaca, el mero Oaxaca que ni lo conozco. Me refiero, no de Oaxaca, la ciudad. Me refiero a Oaxaca, el estado. Ah, pero solamente soy de un pequeño lugar, muy apartado, llamado Soledad de Nuñucoxtlan. Y mi mujer es de otro lugar, llamado Peñarales del Santo Patrón. Y mi hijo, pues él sí es de aquí. El nació aquí en México. Él ya no conoció mi tierra. Y como ve usted. Tanta gente que vive aquí. Muchos, como nosotros, vienen de fuera.

lunes, 25 de mayo de 2015

Pidamos al tiempo un minuto en la eternidad del Valle

Pidamos al tiempo un minuto. Sólo un minuto para detenernos y mirar desde todos los ángulos posibles este gran Valle. Imaginar cómo lo vieron sus primeros pobladores.  Cómo lo recorrieron. Ya sea a pie en derredor de los grandes lagos o ya sea en barcas atravesando en múltiples y diversas direcciones. Los primeros hombres de pies descalzos yendo y viniendo entre las veredas, entre las montañas. Hombres con armas de caza rudimentarias buscando el sustento. Esos son los comienzos. Desde las sierras aledañas bajar al valle y desde el valle alcanzar las cumbres de las montañas aledañas. Los primeros hombres. Cazadores, recolectores. Viviendo en pequeños grupos. No imaginaron siquiera que en el devenir del tiempo este valle, esta cuenca, este lago se convertirían en lo que llamamos Ciudad de México. Fruto de siglos y siglos de historia. Fruto de los aguerridos e interminables choques de grupos antagónicos que con la evolución natural de los acontecimientos y a fuerza de ser siempre vencedores enfrentó a dos poderosas culturas, la una americana, los aztecas, la otra, europea, los españoles.

Y entre aquellos y estos, hoy estamos aquí. Minúsculos elementos de un ser enorme y viviente. Entre aquellos primeros, que no se contaban más que algunas decenas, algunos cientos tal vez, en algún momento del interminable curso del tiempo, y nosotros, que hoy somos millones. Y al igual que aquellos en los primeros aciagos momentos , recorremos día a día, en múltiples direcciones, nuevamente el valle, buscando el sustento. Es un ciclo infinito. El sustento del grupo y la supervivencia. Siendo hoy el resultado de cientos y cientos de años, de choques y mezclas de múltiples grupos.

Pidamos al tiempo un minuto en la eternidad del Valle...de México.